La tendencia de citizen developers (ciudadanos desarrolladores), una de las principales para 2022, parece irrefrenable: el uso de herramientas de low code y no code (es decir, que permiten desarrollar aplicaciones sin conocimientos de programación) continúa popularizándose a una gran velocidad.

Según Gartner, su crecimiento se triplicará para 2025 y se estima que el 70% de las nuevas aplicaciones desarrolladas por las organizaciones utilizarán estas tecnologías. Esta cifra fue de apenas el 25% durante el 2020.

Es el verdadero inicio de una era democratizadora. Cada equipo de la organización podrá construir las herramientas que necesite para desarrollar su tarea sin necesidad de atravesar filtros de áreas técnicas.  Otro aspecto que se evitaría son los cuellos de botella cuando los equipos de sistemas estén con una demanda elevada.

Los desarrollos pueden utilizarse tanto en un departamento individual como en proyectos que atraviesen diferentes áreas.

La necesidad de una estrategia de gobernanza

Como todo nuevo paradigma, su masificación incluye algunos desafíos asociados. En este caso, el principal reto sería la gobernanza de esta nueva marea de aplicaciones que llegarán desde todos los rincones de la organización. Algunas de las consecuencias  podrían derivar en nuevos silos, datos duplicados, erróneos o incoherentes y potenciales vulnerabilidades.

La gobernanza es, por lo tanto, lo que marca la diferencia entre un conjunto de iniciativas desorganizadas y potencialmente riesgosas para la organización y una estrategia de citizen development. El departamento de IT es el más apto para asumir este rol.

El primer paso está en determinar quiénes podrán crear aplicaciones, con qué herramientas lo harán y cómo interactuarán -cuando sea necesario- con desarrolladores profesionales. En líneas generales, se utiliza una única plataforma para poder supervisar todas las aplicaciones y monitorear el rendimiento desde un único punto de control.

Controlando la seguridad

Otro aspecto clave de la gobernanza está relacionado con la capacitación de los citizen developers. No se trata de entregarles la herramienta y que hagan lo que puedan, sino de garantizar que cuenten con los conocimientos necesarios para realizar las aplicaciones que vayan a necesitar. Para eso, puede apelarse tanto a webinars o talleres puntuales como a estrategias de formación continua.

La estandarización no es un tema menor. Si bien el uso de una única plataforma colabora en este punto, es importante que se establezcan marcos y hasta elementos de diseño en común para que las aplicaciones sean amigables y respeten los criterios corporativos.

Y, por supuesto, el tema prioritario: la seguridad de todas estas aplicaciones. El punto clave de toda estrategia de gobernanza y que se valida -más allá de los controles puntuales que deban hacerse, en especial ante aplicaciones que pudieran utilizar datos sensibles- en la medida en que todos los pasos anteriores se hayan dado en la dirección correcta.

La democratización en el desarrollo de código se consolida. Y como toda democracia, requiere de un buen gobierno para magnificar sus resultados.

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