Pensar con una mirada centrada en la experiencia y que vaya más allá del resultado o de la funcionalidad en un producto digital. También considerar cómo impactará en la productividad de los colaboradores o en la satisfacción de los clientes, y tener una mirada a futuro, es decir, en los comportamientos, los gustos y las necesidades de las próximas generaciones. Esa es, a grandes rasgos, la premisa fundamental del diseño de UX centrado en las personas.
¿Qué habilidades debe tener un diseñador UX que quiera especializarse en este punto? En primer lugar, una escucha activa. Poder captar tanto lo que los usuarios dicen como lo que no, sin dar nada por sentado y sin temor a preguntar y repreguntar. Cada paso debe estar validado, tanto en el planteo del problema como en el uso de la solución.
Acompañar al cliente
Aún sabiendo preguntar y escuchar, en ocasiones resulta necesario ayudar al otro a descubrir sus problemas. Para eso, existen numerosas herramientas de investigación que permiten aportar una experiencia centrada en las personas aún cuando no hubieran podido expresar sus deseos o requerimientos.
Es fundamental evitar los sesgos y los prejuicios. Incluso de los elementos más básicos: por ejemplo, no se puede suponer ni siquiera que las personas van a usar una app antes de desarrollarla. Tal vez no haya predisposición a utilizarla y sea necesario proponer otro tipo de solución.
Otra capacidad clave es un buen desarrollo de la empatía. Solo a partir de su capacidad de ponerse en el lugar del usuario, sin juzgarlo, podrá transitar eso mismo que vive y siente el otro para poder dar una solución acorde.
Un caso paradigmático en ese sentido se produjo cuando un diseñador decidió ponerse un yeso, ir hasta la clínica de traumatología con la que estaba trabajando y hacer de punta a punta el recorrido que debían realizar los pacientes. El objetivo final era detectar tanto oportunidades de mejora como obstáculos en las aplicaciones que ya habían desarrollado.
Formación multidisciplinaria
Respecto del tipo de formación esperada, la realidad nos muestra que los buenos diseñadores de UX centrado en las personas provienen de disciplinas variadas. Aunque predominan áreas como el diseño gráfico y el diseño industrial, además de diversos talentos alrededor de las habilidades digitales.
En la práctica, viene demostrándose que la personalidad, la apertura mental y el pensamiento crítico y analítico predominan por sobre la formación académica a la hora de definir un “buen diseñador de UX”. Del mismo modo, una vocación por el trabajo colaborativo resulta esencial para apuntalar la innovación en los proyectos.
Por último, un punto clave. Una empresa puede armar el mejor equipo de diseñadores UX, pero si no dio el paso hacia una cultura centrada en las personas, difícilmente se obtengan resultados positivos.
¿Cuáles son las capacidades deseables que debería tener, según tu perspectiva, un profesional de esta especialidad? Cuéntanos haciendo CLICK AQUÍ y conoce más sobre nosotros en nuestras redes LinkedIn y Twitter.