Instalaciones más eficientes, cuidado extremo con el medio ambiente -la lupa social se posa cada vez más sobre este segmento-, control de costos en mercados volátiles, desarrollo de proyectos de largo plazo en el contexto de un mundo que cambia vertiginosamente…
Si bien el sector minero siempre apeló a las nuevas tecnologías para mantenerse a la vanguardia en términos de negocios y de operaciones, la cantidad de desafíos que enfrentan hoy hace que la innovación y la transformación digital sean más necesarias que nunca antes.
La llamada “minería 4.0” o “minería inteligente” avanza a paso redoblado. La automatización ya reemplazó numerosas tareas de riesgo, la inteligencia artificial (IA) y machine learning permiten desarrollar los proyectos con mayor nivel de precisión.
Digitalización de punta a punta
Al mismo tiempo, internet de las cosas (IoT) cumple un rol clave en la gestión y el mantenimiento preventivo de las instalaciones en campo. Tomando información sensorizada como temperatura, presión, oxidación o vibraciones, entrega la información para generar modelos predictivos que permitan anticipar fallas y tomar las medidas necesarias.
La realidad virtual se consolida como una alternativa para capacitar al personal en el manejo de maquinarias pesadas o equipos peligrosos sin que corra ningún riesgo. Y en temas de trazabilidad, blockchain se posiciona como una gran alternativa para seguir de punta a punta todos los productos.
Los gemelos digitales (digital twins) por su parte, permiten crear un modelo completamente virtual de una mina, de un proceso o incluso de toda la empresa. Luego se experimenta en escenarios con bajo costo y sin riesgo, y se implementan aquellos que funcionan en el “plano real”.
Tecnologías integradas
La integración de muchas de estas tecnologías juega un papel clave para cumplir otro de los grandes objetivos que persiguen las empresas mineras: la sostenibilidad.
Optimización del consumo energético y medición de la huella de carbono son apenas algunas de las posibilidades. Como también lo es el análisis de funcionamiento de cada equipo para evitar que por fallas genere algún tipo de contaminación.
Esto es apenas el principio. El siguiente paso es utilizar ese enorme caudal de datos que se genera, se procesa y se utiliza para la toma de decisiones de manera plenamente integrada.
De cara al futuro
En este contexto, ganan terreno las redes cognitivas que funcionan de manera similar a como lo hace el cerebro humano. Permiten que máquinas, aplicaciones y robots puedan comunicarse en tiempo real, aprender y ganar cada vez mayor autonomía.
Quedan por delante algunos temas por resolver. Desde aspectos culturales aún arraigados que obstruyen la incorporación de nuevas maneras de hacer las cosas hasta problemas de conectividad en sitios remotos. Algo que las nuevas tecnologías como 5G, mesh (cada dispositivo actúa como un nodo de una red) y computación de borde están empezando a resolver.
No importa a qué rubro se dedique la empresa: en los datos y en las aplicaciones para extraer valor a partir de ellos, las compañías de este sector encuentran una verdadera mina de oro.
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