Lo vemos desde el punto de vista del consumidor: nuestro teléfono es cada vez un aliado más cercano a la hora de hacer las compras. Además, a partir de la pandemia incorporamos numerosos productos a nuestras costumbres de adquisición online. No podemos negarlo, por lo tanto, como líderes empresarios: buena parte de nuestros consumidores se están mudando a la arena virtual.
América Latina fue, según el unicornio fintech EBANX, la segunda región con más rápido crecimiento en materia de comercio electrónico durante 2020. El volumen de transacciones alcanzó los US$200.000 millones, un 8,49% más que el año anterior.
La cantidad de first buyers en línea se estima en unas 52 millones de personas. Eso, en algunos países, representa un salto de 30% respecto de los compradores que había antes de la llegada del COVID-19. Estos números se adelantaron al menos dos años respecto de las previsiones previas a la pandemia.
Calidad y cantidad
Los impulsores para semejante crecimiento van desde los más obvios -las prohibiciones para circular que prevalecieron en 2020- hasta otros inesperados, como las ayudas de emergencia pagadas a través de transferencias bancarias y que impulsaron la bancarización -y la vida digital- de un nuevo sector de la sociedad.
El consumo no creció únicamente en volumen, sino también en calidad: el cliente online se vuelve más experimentado, informado y exigente, por lo que las empresas que intenten atraerlo deberán multiplicar sus esfuerzos no solo con precios bajos y plataformas amigables, sino también con propuestas atractivas.
La tendencia no solo es irreversible, sino creciente. GSMA predice que la región tendrá 400 millones de suscriptores a Internet móvil para 2025: una penetración del 100% entre los adultos. El impacto de los números no puede quedar en la sorpresa: los cambios se están sucediendo a gran velocidad y es hora de pasar a la acción.
Las oportunidades se multiplican: desde un crecimiento notable de las operaciones transfronterizas, lo que abre las puertas de la exportación para muchas pymes, hasta el hecho de que la penetración del e-commerce en el retail regional es menor al 10%, lo que le da un potencial de crecimiento de 10 a 15 veces en los próximos cinco años.
De la obligación a la inteligencia
Muchas compañías debieron adoptar estrategias de e-commerce de manera acelerada por obligación, para garantizar la continuidad de un negocio que no podía seguir vendiendo por otra vía o para capturar una demanda que se había volcado en masa a las compras virtuales. Muchas otras, a pesar de la evidencia, se resisten a incorporarlas.
Hoy el salto debe ser cualitativo: ya no se trata de evitar la desaparición, sino de transformar la oferta electrónica en una ventaja competitiva. Es hora de invertir en mejorar las plataformas, en generar experiencias únicas para el cliente y en afinar toda la operatoria, incluyendo una alta flexibilidad en términos de medios de pago y una logística efectiva.
¿El riesgo de no hacerlo? Quedar, literal y virtualmente, con el carrito vacío. ¿Qué grado de madurez tiene la propuesta de comercio electrónico de tu empresa? Nos gustaría escuchar tu opinión en Linkedin y Twitter.