La aceleración de la transformación digital de los últimos años trajo aparejado un nuevo desafío. La ciberseguridad ya no puede ser una opción ni un valor agregado, sino parte nuclear de todas las empresas que apuntan a convertirse en data driven.
Según datos del ESET Security Report Latinoamérica de 2021, se están observando los niveles más elevados de rescates relacionados con ransomware. Mientras que los ataques a los accesos remotos -relacionados con los nuevos modelos de trabajo distribuidos- crecieron 768% entre el primer y el cuarto trimestre de 2020.
Todo parece indicar que los ataques se volverán más complejos y estratégicos a medida que la transformación avance. Por ejemplo, Gartner advierte que la proliferación de sistemas que combinan los mundos cibernético y físico (como los gemelos digitales) representa otro riesgo de seguridad.
Estos son apenas algunos ejemplos de cómo se incrementaron los riesgos. Cada iniciativa que utilice tecnologías innovadoras – nube, automatización, internet de las cosas o inteligencia artificial– exige un diseño estratégico de la seguridad desde su nacimiento.
A nivel estratégico
La seguridad dejó hace mucho tiempo de ser un problema de IT y mucho menos una cuestión que se atiende luego de un incidente. Hoy las tecnologías digitales impactan en los datos personales y financieros de los clientes, de la cadena de valor y de la propia empresa. La pérdida económica y reputacional relacionada con un ataque podría llevar al fin de una empresa.
Esto explica por qué Gartner estima que para 2025, el 40 % de las juntas directivas tendrán un comité de ciberseguridad. Incluso ese mismo año, el 70 % de los directores ordenará una cultura de resiliencia organizativa para sobrevivir a las amenazas de la ciberdelincuencia.
En este sentido emerge el concepto de “malla de ciberseguridad”. Se trata de una arquitectura de seguridad de red que abandona el modelo de protección en silos y se enfoca en identidades (que pueden ser de máquinas o de humanos). Y tiene como objetivo generar perímetros más pequeños e individuales en torno a cada punto de acceso y asegurar un protección modular, flexible, robusta y centralizada.
La importancia de la proactividad
El número y la sofisticación de las brechas de seguridad están en franco aumento. Por eso, hoy por hoy es fundamental dar el primer paso. Cada iniciativa de transformación digital debe estar asociada con la estrategia de seguridad que genere protección desde el día cero.
Los socios tecnológicos que acompañen en esos proyectos deben ser también los que garanticen que todos los avances que se logren en términos de incorporación de innovación y nuevas tecnologías no generarán a su vez un retroceso en la seguridad de los datos y las aplicaciones.
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