funcionales de sus inventos: el Leonardiano de
Florencia, el Leonardo 3 de Milán y el Da Vinci
Experience de Roma son algunos de ellos.
El hombre de Vitruvio, uno de sus dibujos icónicos que lleva como subtítulo “estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano”, se conserva en la Galleria dell’Accademia, junto al puente de madera homónimo que cruza el Gran Canal veneciano. Aquí la odisea es aún más compleja: para conservarlo, se expone al público raramente. La última vez que se tiene registro fue en 2015, en la Exposición Internacional de Milán.
El Museo Ideale Leonardo da Vinci, de Florencia, se valió por su parte de los recursos multimediales para dar vida a parte de la obra pictórica oculta o desconocida del artista.
EL ORIGEN DE TODO
Quienes estén interesados en su historia pueden acercarse a su pueblo natal, Anchiano, donde se instaló un museo en la que se estima que fue donde vivió el pequeño Leonardo. La casa es humilde, pero en su interior esconde una sorpresa que parece ideada por el propio inventor: una imagen holográfica de sí mismo para dar la bienvenida a los visitantes. Tanto aquí, como en el Museo Leonardiano de Florencia, en el Leonardo 3 de Milán y en el Museo Da Vinci Experience de Roma, algunos de los artefactos pueden verse (y probarse). Este último, ubicado a metros de la Piazza del Popolo, genera una baja expectativa desde el exterior: es una puerta mínima que más parece la entrada a una de esas galerías del terror que se pusieron de moda a fines de los ’80 que a un museo interesante.
Sin embargo, una grata sorpresa espera del otro lado: por un puñado de euros, el visitante se pone en contacto con prototipos funcionales de muchas de sus creaciones más geniales. La primera sala está dedicada a su artefacto volador, la segunda a sus máquinas de guerra, la tercera a sus instrumentos de perspectiva para sus tareas artísticas –muchos de los cuales son considerados antecedentes de la fotografía y el cine– y la cuarta, a objetos de la vida cotidiana, que van desde una excavadora hasta cadenas para la bicicleta.
Se le atribuyen la base de inventos como el
helicóptero, el paracaídas, los equipos de buceo,
los puentes giratorios y los vehículos blindados.
Belmond Villa San Michele, en Fiesole, a unos quince minutos de Florencia, tiene una atmósfera mágica desde la propia fachada: es obra de otro genio, Miguel Ángel, que la construyó para el antiguo monasterio franciscano que funcionó en estas tierras.
Es, tal vez, uno de los pocos hoteles con tumbas en su interior: quedaron en el espacio que solía ser la capilla, hoy parte del lobby. Desde sus terrazas, las vistas de Florencia
parecen pinturas perfectas. Y en el bosque posterior, conocido como Parque Montececeri, ocurrió una de las grandes proezas de la historia de la innovación: Leonardo probó por primera vez su máquina voladora.
LA INGENIERÍA, LA PASIÓN QUE LO HIZO VOLAR
El hotel organizó una experiencia especial para recordar ese momento: una caminata por la madrugada hasta el punto exacto del que Leonardo intentó ese despegue inicial de la aeronavegación humana –donde hay un monumento conmemorativo–, durante la cual se atraviesan nada menos que diecinueve canteras históricas de pietra serena, la piedra de arenisca gris preferida por los artistas del Renacimiento para sus obras.
En la cabecera de su cama en el castillo donde
falleció el 2 de mayo de 1519, en Francia,
había un retrato de la misma mujer que utilizó
como modelo para La Gioconda.
Este mismo hotel creó un menú específico basado en otro de los grandes talentos de Leonardo: la cocina. Hacia el 1480, cuando aún no había dado al mundo sus obras más famosas, entre las funciones que cumplió para los Sforza se cuenta la de “Maestro de Banquetes”: era responsable de elegir la comida que degustaría la familia.
Su afán innovador se plasmó también en este campo: experimentó con hierbas y especias como cúrcuma, azafrán o semillas de amapola, promovió el consumo de ensaladas, verduras y comidas saludables y, por supuesto, inventó artilugios para incrementar las eficiencias gastronómicas, como un aparato para fabricar espaguetis o un cortador de huevos. Sus Notas de cocina llegaron hasta nuestros días y pueden conseguirse en diversas ediciones.
Quienes quieran acceder al sitio donde transcurrió sus últimos días deberán trasladarse a Francia, más precisamente al Castillo de Clós-Luce, donde el genio falleció el 2 de mayo de 1519. En la cabecera de su cama, accesible al público, había un retrato de Lisa Gherardini, esposa del marqués de Giocondo. La omnipresente Mona Lisa marcó no solo su vida, sino también su muerte.
EN MANOS PRIVADAS
Salvator Mundi, descubierta en 2005 en una venta de garaje en Nueva Orléans y adquirida por menos de US$10.000, recibió su crédito de autenticidad en 2011 por parte de la National Gallery y fue vendida por más de US$450 millones, la cifra más alta pagada hasta el momento por una pintura.
Durante los preparativos para su exposición con motivo de los 500 años del fallecimiento del autor, el Louvre puso en duda que fuera un trabajo solitario de Leonardo, lo que podría generar una devaluación de la pieza.
El Codice Leicester es el único manuscrito de Leonardo que no se conserva en un museo europeo. Expuesto en los Uffizi, Florencia, fue adquirido en 1994 nada menos que por Bill Gates, que pagó por él una cifra equivalente en la actualidad a unos US$60 millones.
Tras las huellas del gran innovador