¿Puede el derecho ganar la agilidad para cubrir los desafíos que imponen las tecnologías disruptivas? Sobre este tema se explayó el abogado Marcelo O. García Sellart, consultor del estudio Gordó Llobel durante la reciente charla Riesgos legales en la inteligencia artificial: el incómodo vínculo entre las tecnologías emergentes y el marco regulatorio, organizada por Practia.

“El derecho hace un análisis taxonómico de las cosas.: las clasifica, las analiza, las envuelve con un marco conceptual legal. Todo eso toma un tiempo que es el que transcurre entre que se detecta el fenónemo, se escriben artículos de doctrina, se establecen las leyes y se aplican en los tribunales”, explicó García Sellart.

Para el experto, el universo legal supo reaccionar a lo largo del tiempo a numerosos eventos de avanzada innovadora. La máquina de vapor, la videograbadora, la fotocopiadora, internet y el extenso debate jurídico sobre el vínculo entre los nombres de dominio y las denominaciones comerciales…

Los riesgos detrás de las emociones

“Lo que se detecta es que los tiempos se aceleran y cada vez hay menos ventana de oportunidad para meditar y la praxis obliga a decidir sobre el evento”, aseguró García Sellart. “La fotocopiadora o la videograbadora, ya mencionadas, tuvieron una explosión lenta, lo que dio tiempo para reaccionar, mientras que un tema de inteligencia artificial que está en la mesa de debate hoy puede llegar a convertirse en implementable en apenas algunos días”, agregó.

Los desafíos son numerosos. Como ejemplo, se tomó el reconocimiento de rostros para diversas aplicaciones, desde entrar al propio dispositivo luego de atravesar el Face ID hasta utilizar el “espejo mágico” del Retail.

Los puntos que deben acordar el proveedor de tecnología y la empresa usuaria inician en garantizar que el sistema de inteligencoa artificial estará lo suficientemente entrenado para resolver la cuestión por la que se lo está eligiendo en primer lugar.

Luego, vienen las preguntas relacionadas con los datos que se almacenan. En el caso de las emociones que detecta el espejo mágico: ¿Se anonimizarán? ¿Se apelará al consentimiento del cliente para poder utilizarlas en relación a su nombre? ¿Qué implica que una base de datos almacene la información de cómo reacciona una determinada persona ante un estímulo específico? ¿Dónde se almacenarán esos datos?

Inteligencia artificial dinámica

Otro punto de análisis importante es cómo se actualizará el algoritmo. Siguiendo con el ejemplo, un rostro puede cambiar por una cirugía, envejecimiento, un accidente o porque la persona decidió modificar drásticamente su look. “Una persona que no obtiene lo que desea de la aplicación puede hasta judicializar el tema. No se trata de riesgos teóricos”, enfatizó García Sellart.

En este contexto, aseguró, el rol del abogado consiste en acompañar a ambas partes -proveedora de tecnología y empresa usuaria- para que transiten un camino seguro, minimicen riesgos y puedan concretar la implementación. “Si uno bloquea el proyecto o demora las cosas, está haciendo mal su trabajo”, concluyó.

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