Computación Cuántica el fin de blockchain.
No es una novedad que blockchain usa algoritmos de encriptación de clave asimétrica.
Hoy por hoy, con algoritmos como el de Shor, se pueden obtener de manera eficiente los factores primos de un número entero extremadamente grande. Esto es la clave de la encriptación. Con computadoras clásicas, esta tarea lleva un tiempo exponencial. Y allí radica la fuerza de blockchain: los algoritmos de encriptación de clave pública, o asimétrica, se han basado históricamente en la dificultad de factorizar números primos. ¿Pero qué pasaría en un escenario de computadoras cuánticas?
El planteo no es hipotético: en marzo de este año, el Google Quantum AI Lab anunció un procesador de 72 qubit llamado Bristlecone. Y apenas el año pasado la empresa D-Wave puso a la venta una computadora cuántica de 2000 qubits.
¿Deberíamos empezar a vender nuestros bitcoins porque estamos ante las puertas del criptocalípsis cuántico?
No es tan así: blockchain tiene una capa de protección adicional para las claves públicas, que además, nos permite establecer los mecanismos de consenso tan necesarios en esta tecnología incipiente: los algoritmos de hashing criptográficos, como por ejemplo, el SHA256.
Un algoritmo de hashing obtiene un valor (al cual llamamos «hash») que representa una entrada dada, y que frecuentemente ocupa mucho menos espacio que la entrada original. Así, por ejemplo para un archivo en pdf, luego de pasarlo por un algoritmo de hashing, se puede obtener una pequeña cadena de caracteres (unos pocos cientos de bytes, que para un observador descuidado podrían parecer casi aleatorios) pero que es prácticamente imposible que sea igual a otra cadena de caracteres de otro archivo.
Si un atacante quiere encontrar el archivo original, tiene que buscar un valor que, aplicado a una función de hashing criptográfico, produzca un valor determinado. Sabemos que esto puede mantener el mismo nivel de seguridad con solo duplicar el tamaño de la clave. En nuestro caso, alcanzaría con duplicar el largo de los valores de hash producidos por el algoritmo. Es decir, las cadenas de caracteres que representan las entradas originales ocuparían el doble, y así mantendrían el mismo nivel de probabilidad de colisión.
En resumen: no hay «riesgo cuántico», al menos por ahora, ya que con duplicar la cadena de caracteres nuestras transacciones de bitcoins quedan a salvo.
De todas formas, ya se empiezan a escuchar términos como Quantum Blockchain o QuantomCyrpto, pero de eso, charlaremos otro día.