Los bancos enfrentan una de las principales transformaciones de su historia: siempre fueron altamente competitivos y extremadamente celosos de la información de sus clientes. 

Ahora deben pararse en la vereda opuesta y establecer un cambio de mindset para incorporar modelos colaborativos, configurar ecosistemas con otros bancos y con jugadores de otros sectores y desarrollar habilidades para, cumpliendo con las normativas de privacidad y seguridad de los datos, poder compartirlos. De esa manera, cuando dos o más actores logran combinar sus conocimientos, se obtiene una visión del cliente de 360º.

Dentro del universo open banking, que precisamente establece las regulaciones y las integraciones tecnológicas para que todo esto ocurra, emergen dos modelos de ecosistema colaborativo que tienden a imponerse. El futuro es inevitable: 83% de los ejecutivos financieros considera que Open Banking es el siguiente paso evolutivo en el mercado, de acuerdo a un estudio de Tink, la plataforma de banca abierta de Visa.

Plataforma de despegue

Uno es el de BaaP (Banking as a Platform): la entrega de servicios financieros como plataforma implica que los bancos puedan monetizar productos de terceros aprovechando su propio canal de distribución. 

Un ejemplo: un banco es líder en pagos internacionales, pero nunca tuvo puesto el foco en temas de inversión, crédito o venta de seguros. Puede usar su infraestructura, su base de clientes y sus canales de interacción para que otras empresas ofrezcan esos productos, buscando un acuerdo financiero que beneficie a ambas partes.

De esta manera, el banco extiende el alcance de su oferta sin inversión adicional, capitaliza mejor sus inversiones en tecnología, genera una mayor satisfacción a sus clientes gracias a una oferta más completa y amplía su ecosistema de socios de negocios, abriendo la puerta para nuevas oportunidades futuras.

El banco como servicio

BaaS (Banking as a Service), por su parte, es cuando el banco integra sus capacidades operativas y sus servicios en otras compañías. 

Abundan los ejemplos: un marketplace de comercio electrónico que utilice el motor de sistemas del banco para entregar microcréditos, o una empresa aseguradora que pueda emplearlo para evaluar el perfil crediticio de sus clientes en tiempo real o una telco que entregue créditos a su amplísima base de clientes, en general en el orden de las decenas de millones.

Ambos modelos son win win y crean valor para todos los participantes: los bancos, porque pueden ampliar su cartera de productos y servicios y llegar a más clientes, las terceras empresas que comiencen a integrar estos ecosistemas, porque avanzan sobre experiencias más completas para sus competidores y mejoran su rentabilidad y los consumidores, que ven cómo la oferta de servicios financieros se vuelve más accesible, transparente, inclusiva y sencilla. 

El futuro de la banca puede definirse, en conclusión, con apenas dos palabras: «colaboración inteligente”

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