¿Cómo será (y cómo deberían prepararse las telcos) para el mundo 6G?
La aceleración del mundo tecnológico se produce a tal ritmo que ya comienzan a superponerse los avances: cuando aún la industria de las telecomunicaciones está evaluando cómo adaptarse, entender, identificar casos de uso y monetizar 5G, en el mundo comienza a hablarse de 6G.
En efecto, GSMA entiende que para 2025 recién un tercio de la población mundial tendrá cobertura 5G. No obstante, la misma entidad expresa en otro informe los múltiples pasos que se están dando para definir el estándar y desplegar la tecnología 6G.
Por ejemplo, la constitución del grupo ITU-R 6G Vision para definir la tecnología, el interés del gobierno chino por priorizar el desarrollo de 6G de cara a 2025 para liderar el segmento, o el centro de investigación lanzado por la Universidad de Texas.
Incluso en Latinoamérica, según BNAmericas, se realizan pruebas en México, Chile, Colombia y Argentina, además de Brasil, donde Ericsson está trabajando en investigación y desarrollo 6G en sus instalaciones de San Pablo, y algunas entidades públicas de este último país también están interesadas en el tema.
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Más velocidad, más espacio
Entre los beneficios que 6G presentará en relación con 5G, aparecen algunos que pueden parecer obvios, como velocidades de transferencia de datos hasta 50 veces más rápidas que las de la quinta generación, latencias aún más bajas, una mayor capacidad de tráfico de datos y, un elemento clave, una mejora en la densidad de conexión.
Sobre este último punto, mientras que 5G permite un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, 6G multiplica ese número por diez.
Gracias a esto, millones de dispositivos dentro de un área pequeña podrán interconectarse y realizar tareas complejas, que impliquen una potencia computacional significativa de una manera conectada. Esto abrirá posibilidades para que las redes con múltiples dispositivos que utilizan inteligencia artificial y aprendizaje automático funcionen juntas en tareas complejas.
Es importante destacar que, en la actualidad, las cosas conectadas a internet crecen de manera exponencial: Según IoT Analytics se estima que ya son 16.700 millones y que serán 29.000 millones en 2027.
Uno de los principales objetivos del acceso 6G es ofrecer una conectividad ilimitada. Por esa razón, se impondrá el concepto de redes adaptables, dinámicas, flexibles, de alta capacidad y resilientes. Los dispositivos que se conecten estarán mejor preparados para aprovechar las funciones más avanzadas de estas redes, a través de la programabilidad.
Así mismo, otra evolución de las redes 6G es que serán cognitivas: permitirán la automatización completa de las tareas de gestión y configuración y observarán su propio desempeño y comportamiento, resolviendo de manera autónoma los problemas que estén a su alcance, y generando alertas tempranas a supervisores humanos cuando sea necesario.
Al límite de la imaginación
Los nuevos casos de uso que habilitaría 6G se encuentran al límite de la ciencia ficción. Por ejemplo, será posible la holoportación, es decir, las comunicaciones con hologramas, tal como veíamos sorprendidos que mantenían los protagonistas de La guerra de las galaxias.
También se habla de representaciones digitales multisensoriales, incluida una conciencia del contexto, y de una Internet de los Sentidos (IoS), que llevará nuestras experiencias vinculadas al olfato, al gusto o al tacto más allá de los límites de nuestros cuerpos. Imaginemos “probar” un chocolate antes de comprarlo en línea.
En esa línea, aparece el concepto de Internet de los Pensamientos (IoP), en el que aquello que se cruza por nuestra cabeza puede transformarse en acciones para controlar cosas en el mundo físico.
Por otra parte, habrá una mayor convergencia entre lo físico y lo digital, para llegar a un mundo en el que cada objeto, incluidas las máquinas inteligentes, los humanos y sus entornos, tendrá una representación digital que será programable y automatizada, y gestionarán y procesarán los datos tanto individual como colectivamente para la predicción y la planificación en relación con el mundo físico.
Las máquinas inteligentes conectadas, objetos físicos y agentes de software que operan y realizan tareas tanto en el ámbito digital como en el físico, se vincularán a aplicaciones, a usuarios y entre sí en estructuras colaborativas y agregadas, capaces de entender los contextos físicos y digitales en los que actúan.
Todos los casos de uso tienen un enorme potencial en campos como la salud, la educación, la minería, la eficiencia energética, la capacitación, el comercio electrónico, el gaming y, por supuesto, las telecomunicaciones.
Mantenerse a la vanguardia
Las telcos participan de uno de los mercados más competitivos y centrales para la vida digital: la modernización de sus infraestructuras y aplicaciones, pensando en tecnologías abiertas, flexibles, automatizables e interoperables y en tecnologías nativas en la nube, con capacidad de adoptar cualquier innovación que aparezca, es clave.
Pero no sólo eso: es imprescindible también poner al dato en el centro de las operaciones y utilizarlo para apuntar a un mindset de transformación continua: hay que tener un ojo puesto en los desafíos inmediatos -las operaciones, los resultados, el talento, los clientes- y otro colocado en el horizonte, analizando no sólo las tendencias de mediano plazo, sino también aquellas sobre las que recién se está comenzando a hablar.
Hoy 6G parece un concepto lejano. Y, de hecho, queda mucho por hacer y numerosos desafíos por vencer. Aun así, en pocos años, será el estándar de mercado.
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