Ganar agilidad, mejorar la experiencia de los clientes, interactuar de manera más integrada con el vibrante ecosistema fintech, abrir las puertas hacia el futuro del sector. Las oportunidades de los bancos con Open Banking son enormes. Ésa es la razón principal por lo que el concepto está llegando al tope de las agendas de prioridades de los líderes del sector.

Concretamente, se trata de un estándar que permite a los bancos tradicionales exponer datos, algoritmos y procesos a través de API (interfaz de programación de aplicaciones por sus siglas en inglés). Éstas son interfaces que habilitan, precisamente, a exponer los productos y servicios de un sistema para que se comuniquen y estén disponible para su uso en otros.

El modelo Open Banking es, ante todo, una fuente para generar nuevos ingresos apalancándose en la innovación y las nuevas tecnologías. En especial, en un segmento en el que los nuevos entrantes -las fintech y los bancos digitales- exhiben una agilidad imposible de superar por las instituciones incumbentes.

Open Banking: un nuevo negocio

Esas API, cada una de las cuales puede contener un producto o un servicio específico, pueden ser utilizadas por otras organizaciones -desde otros bancos o fintech hasta entidades no financieras que quieran brindar servicios financieros- y monetizadas por uso o suscripción.

¿Qué significa esto desde el punto de vista del negocio? La posibilidad de acelerar la salida al mercado de productos y servicios sin la necesidad de hacer inversiones multimillonarias para modificar los enormes sistemas heredados.

Del mismo modo, la incorporación de innovaciones desarrolladas por fintech y bancos digitales se vuelve transparente y sencilla. Por otra parte, es posible entregar productos más personalizadas y ofertas adecuadas a las necesidades y los comportamientos de los clientes.

Orquestación centrada en el cliente

Es, en resumen, la vía para orquestar un ecosistema centrado en el cliente de servicios financieros relevantes y no relevantes para el consumidor, siempre apoyado sobre plataformas tecnológicas seguras y de alto desempeño.

Por supuesto, la adopción de Open Banking requiere de un verdadero cambio cultural que recién empieza a producirse. La banca abierta implica colaboración con potenciales competidores en algunos segmentos específicos, como es el caso de las fintech. Pero también con otros bancos, como ocurre ya con algunas billeteras compartidas por diferentes entidades.

Asimismo, propone un cambio de mindset: el banco ya no es “propietario” del cliente, sino un participante activo en la generación de una experiencia activa. Los resultados serán positivos. Se estima que mientras con un enfoque de IT tradicional, una entidad financiera puede ofrecer una nueva prestación luego de 18 a 24 meses, con Open Banking lo logra en apenas semanas.

Para los bancos ya no se trata de una mera elección ni de un mecanismo para alcanzar una ventaja competitiva. Open Banking puede ser la herramienta que allane la estrategia hacia la transformación digital. El futuro del negocio, claramente, es abierto.

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