La buena noticia: el futuro ya llegó y la automatización para revalorizar la tarea humana es parte de la cotidianeidad de las organizaciones. Sin embargo, lejos del panorama sombrío que se preveía, aparece una interesante luz: los bots no solo no desplazan a las personas sino que, por el contrario, ayudan a potenciar el talento humano.
A las máquinas (esto incluye piezas de software de automatización, por supuesto) le tocaron las tareas repetitivas: esas que requieren hacer de manera tediosa cientos o miles de veces una misma actividad, que cuando cae en manos humanas se vuelve lenta, imprecisa y plagada de errores.
Para las personas quedaron aquellas actividades de mayor valor agregado y que requieren de características propias de los humanos: creatividad, empatía, capacidad crítica, habilidad de liderazgo…
Entre la cultura y la excelencia
En líneas generales, las empresas comienzan con procesos limpios, sencillos, que ofrezcan un retorno visible y rápido o que generen baja resistencia por parte de las personas que los ejecutan en su formato manual (o, mejor aún, que los usuarios muestren voluntad de participar).
Pero ese es apenas el primer paso. Una vez implementado, se prueba, se verifican sus resultados y, con eso en mano, se apuesta por seguir creciendo. Porque el verdadero valor de la automatización se obtiene cuando se logra utilizarla como factor de transformación a escala empresarial.
¿Cómo llevar esos resultados a toda la organización? Existen diversos caminos para promoverlo. Uno es apostar por la centralización, la gobernanza y la métrica continua de cada uno de los proyectos al tiempo que se analizan las posibilidades de reutilización y las sinergias derivadas de la integración de las diversas iniciativas.
Centro de excelencia
En ese sentido, son útiles tanto la asistencia de un socio tecnológico como Practia que aporte una mirada macro como el establecimiento de un CoE (centro de excelencia) para una gestión interna de todas las iniciativas y para desplegar procesos de estandarización que unifiquen criterios, conceptos y herramientas.
“En nuestro caso, recibimos asistencia de Practia desde el primer día y su apoyo fue fundamental para determinar cómo gestionamos desde el CoE y como interactuamos con los usuarios, al tiempo que vamos aceitando nuestro trabajo”, cuenta Azcón.
También resulta fundamental una plataforma de hiperautomatización como la que provee UiPath, que aporta velocidad, escala y capacidad de gestión para esta nueva fuerza laboral combinada entre robots y humanos.
Mientras tanto, en las etapas más básicas, el mismo CoE o el socio tecnológico se ocupan de desarrollar workshops y encuentros con líderes para que los procesos automatizables salgan a la luz (discovery).
En la medida en que la curva de aprendizaje se eleva, el valor agregado del CoE o del socio tecnológico se incrementa: mientras que al principio buena parte del esfuerzo se dedica a dar soporte, encontrar errores o generar mejoras en el robot.
Pero una vez que los primeros proyectos se asientan y se vuelven estables el trabajo se concentra en incrementar la calidad todo lo que sea posible y en detectar y lanzar nuevos proyectos.
Empoderamiento e Hyperautomatización
En este sentido, una línea de acción consiste en empoderar a los propios usuarios para que puedan implementar sus propias iniciativas de automatización sin pasar por IT, siempre bajo un mismo paraguas de governance, políticas y estandarización.
“Estamos abarcando una mirada de extremo a extremo, un desafío de combinar diferentes herramientas, desde la mencionada RPA hasta inteligencia artificial y machine learning, pasando por soluciones de discovery y de minería de procesos, propuestas low-code para bajar la dependencia de las áreas de IT” , señaló Christian Azcón, Head of Data & Analytics de Techint.
Un proyecto de automatización produce enormes beneficios para la organización. Una estrategia de automatización a escala y un partner estratégico la catapulta hacia el futuro de los negocios.
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