El director de investigación y desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés analiza cómo deberíamos pensar el día después de la pandemia y la importancia creciente de establecer nuevos lazos de confianza, estrechar la colaboración y adoptar la tecnocultura.

«Estamos preocupados y desconcertados ante un acontecimiento singular en varias generaciones y único en su tipo, que nos pone a todos a ejercitar el músculo que distingue a la humanidad: el aprendizaje». Alejandro Artolópoulous, director de investigación y desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de la Universidad de San Andrés, inició así su charla en el marco del ciclo Practia Talks, denominada «Confianza, trabajo en línea y pandemia: colaboración para la innovación remota», en la que enfatizó en la necesidad de volcarse hacia lo que denomina un «pensamiento tecnosocial».

Como primer ejemplo, Artolópoulous se sitúa en su campo de expertise: «A poco más de un mes de iniciada la cuarentena, ya transformamos de manera completa la forma de dar clases, y logramos hacerlo casi de un día para el otro», sostuvo. «Todo lo que habíamos pensado hasta ese momento sufrió un cambio repentino de 180 grados», agregó. Luego analizó la historia de las tecnologías relacionadas con el e-learning: los LMS (learning management systems, sistemas de gestión de aprendizaje) surgieron a fines de los ’90, con tecnologías de campo que fueron cambiando al ritmo de la evolución: de los primeros modelos televisivos hasta plataformas de enseñanza asincrónicas que aprovecharon las cualidades de la primera internet, pasando por plataformas propietarias para llegar, a partir de 2007 y con la proliferación de los smartphones, tecnologías abiertas con servicios en la nube.

«Esta forma de pensar la tecnología educativa sufrió una disrupción total con la aparición de Zoom en el marco de la pandemia», explicó Artolópoulous. «Se trata de una tecnología que ya estaba dando vueltas, pero que todo el mundo asociaba, en el medio de la maleza, con una herramienta de videoconferencia más», agregó. Sin embargo, aseguró luego el experto, se trata de una solución que se distingue de las demás por sus capacidades pedagógicas especiales. «Por dar apenas un ejemplo, nos permite ver hasta 49 personas en simultáneo en pantalla, lo que significa que podemos estar frente a frente con todos nuestros alumnos», indicó Artolópoulous, quien decidió construir una guía pedagógica para que todos los docentes de la universidad pudieran comprender las funcionalidades y sacarle el máximo provecho. «Aún así, y a cuatro semanas de haber iniciado las clases con Zoom, aún no utilizamos todo lo que la herramienta permite», aseveró el especialista.

«Las noticias de Zoom en los diarios apuntan a cuestiones secundarias técnicas y de seguridad, pero pierden de vista el fenómeno: la aplicación lidera el pelotón de nuevas tecnologías que ayudan a la gente a estar conectada», aportó Artolópoulous. «Tecnologías que se difundieron muy rápidamente por su capacidad de cubrir, con servicios diferentes, las distintas nuevas necesidades de la población», indicó.

Sin embargo, advirtió que «quienes nos dedicamos a esto no podemos confundirnos y pensar que las tecnologías de aprendizaje reemplazan las instituciones educativas: el encuentro presencial en el aula es único, pero Zoom es la herramienta para mantener el fuego y la pasión por la enseñanza avivados hasta tanto podamos volver a la normalidad que ansiamos». Para Artolópoulous, el balance entre lo que la tecnología permite y lo que la sociedad admite es fundamental.

Respecto del «día después», Artolópoulous afirmó que la humanidad se encuentra en la trampa del pensamiento binario, en el cual por un lado está la realidad de la pandemia y por el otro, la realidad como la conocíamos antes del coronavirus. «Necesitamos triangularlo con una nueva forma de encarar la normalidad», explicó. Y puso como ejemplo las escuelas dinamarquesas, que reanudaron actividad hace apenas unos días. Se estableció una reglamentación estricta sobre la distancia social en los salones, por lo que ahora en las aulas ya no caben todos los niños que entraban antes. Como respuesta, se definieron turnos: los niños ya no van todos los días, sino algunos. «En el futuro cercano vamos a enfrentar muchas de estas dificultades y no van a durar poco tiempo. Por eso necesitamos nuevas referencias para pensar la realidad»,  enfatizó Artolópoulous.

El experto asegura que la adopción acelerada de las tecnologías que nos ayudan a soportar el distanciamiento social echó por tierra las antiguas teorías de por qué las personas se resistían a utilizarlas, como la hipótesis de los PC Nerds, que dice que los mayores de 40 fueron criados en el mindset digital de las computadoras de escritorio y que por eso tienen dificultades para ingresar en el universo de la nube. «La pandemia nos mostró que el rey está desnudo: las caretas cayeron y las excusas que teníamos para detener la transformación digital ya no existen», dijo Artolópoulous, y citó un meme para asegurar que el acelerador de la transformación digital en las empresas no fue ni el CIO, ni el CEO, ni el equipo de agilidad ni el área de IT, sino el coronavirus.

«El problema de la transformación digital fue que era una narrativa surgida de tecnólogos, departamentos de marketing de empresas de tecnología y escuelas de negocios de las universidades, que vendía un futuro mejor sin considerar las resistencias», analizó Artolópoulous. «Pero no hay como una pandemia para vencer esas resistencias: aún con líderes que creen mucho en la presencialidad y que actuaron como obstáculos para adoptar nuevas herramientas, cuando la posibilidad de reunirse cara a cara se desvaneció, mostró ser efímera y evanescente, las personas estuvieron dispuestas a dar el salto y aparecieron los entornos virtuales para demostrarnos que nunca había sido imprescindible», detalló.

La COVID-19 funciona como «acelerador de la historia, al igual que otros períodos de crisis extrema», según Artolópoulous. «Necesitamos pensar el día después alrededor de la confianza y de los escenarios más probables, no mañana ni en medio de la emergencia actual, sino en un futuro a mediano y largo plazo», indicó el investigador, quien enfatizó en que «estamos teniendo un problema de negación: negamos el hecho de que no sabemos cuándo será el ‘día después'», dijo. En ese proceso, necesitamos de acuerdo al experto darnos cuenta de que por un período largo deberemos resignar elementos muy queridos de nuestra cultura, como darnos un beso o un abrazo, y repensar las formas de confianza. «Cuestiones ligadas a las nuevas tecnologías que nos costaba mucho explicar se están explicando por sí mismas», dijo.

Debemos encaminarnos, señaló Artolópoulous, hacia el pensamiento de una realidad híbrida, en la que necesitaremos confiar en las máquinas y entre nosotros mismos para estar conectados, comerciar, entretenernos… «Somos cyborgs hace mucho tiempo pero no nos habíamos dado cuenta, mientras que hoy somos más conscientes de que una parte de mantenernos vivos depende de las máquinas», concluyó.

Practia Talks es una serie de conferencias gratuitas en formato de webinar de aproximadamente una hora cada una, sobre temáticas de interés para los líderes. Es parte de las propuestas de difusión del conocimiento de Practia en tiempos de pandemia, que incluyen también la disponibilidad entre marzo y mayo del programa Practia Academy, con charlas sin costo sobre nuevas tecnologías, iniciativa que sumó más de 1.000 inscriptos.

INSCRIPCIONES:
http://www.practia.global/practia-talks/