Y los que somos profesionales de ciencias de la información o trabajamos con datos, ¿qué practicas tenemos que adoptar para asegurar un uso cuidadoso de la información que nos prestan?
Lo primero que uno piensa es: esto podría haberse evitado. La forma de evitarlo tiene un nombre y todo: se llama gobierno de datos.
El gobierno de datos incluye todas las practicas, políticas, estándares y procesos que deben usarse para gestionar los datos de una organización. Dicho así suena aburrido pero es fascinante y muy práctico. Desde problemas concretos pero muy sencillos (como por ejemplo: ¿cuándo un cliente deja de ser cliente y tengo que pasarlo a otra tabla?) hasta políticas generales (confidencialidad, ofuscación de los datos o permiso de venta de los mismos) son parte de lo que un buen gobierno de datos significa.
Lo mejor es que trabajar en esta línea se paga solo. Con el impacto de la caída de las acciones de Facebook se podría pagar 4 o 5 veces la inversión necesaria para la definición y mantenimiento de un buen gobierno de datos. Uno podría pensar que se trata de un solo caso, pero estos problemas son mucho más comunes de lo que uno piensa – solo que no aparecen en las noticas. En el mercado local (argentino) hubo varios ejemplos de desmanejos que llevaron a situaciones no deseadas, uno reciente fue el de AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos), que podría haberse prevenido o evitado con una buena política y un buen enforcement de esa política.
Nos cansamos de leer en notas que esta es «la época de los datos» y que «las organizaciones deben manejar a sus datos como un activo». Si es así, tenemos que empezar a tomar a los datos en serio y profesionalizar la gestión mediante mejores prácticas. Uno no dejaría otro activo (pongamos, una aspiradora) librado a su suerte, tirado en medio de la oficina con alguien preguntando «¿dónde se guarda esto?» y otro diciendo «¿quién es el responsable de la aspiradora?». Bueno, hay datos que son mucho más importantes que una aspiradora. No se trata solo de definir el dueño, sino de tener una política activa para evitar que la información pierda valor, para sacarle lo mejor y sobre todo para evitar situaciones como la de Facebook donde se recopiló y utilizó información privada de 50 millones de usuarios sin permiso para elaborar anuncios para favorecer la campaña política del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump; así como para el Brexit del Reino Unido.